Un thriller en El Molinón

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Málaga y Sporting subieron juntos a Primera División en junio pasado. Lo hicieron casi de la mano, unidos por una alianza no escrita contra la cruzada imposible de Badiola. Y fueron muy felices. Pero en ese estado ya sólo queda el Málaga, que esta tarde intentará coger en El Molinón el último tren europeo. En Gijón, mientras tanto, no les llega la camisa al cuello. El año iba rodado, pero en el Sporting han emergido las debilidades al final, cuando el talento es tan necesario. El Sporting recibió un golpe durísimo la semana pasada en Almería y se diría que su caída es inevitable si no fuese por su ejemplar afición. El sportinguismo se lo va a dejar todo en el intento porque sabe exactamente qué significa una década en las cloacas.

La gente del Sporting pone la carne de gallina. "Un mismo pensamiento", titula la web oficial del club en la presentación del partido. "No sólo no estamos vencidos, también estamos preparados para la victoria", se asegura en el anuncio. Da la sensación de que la afición está más convencida que el equipo de que la salvación es posible. Preciado dice que se siente fuerte y que va a escapar del fuego.

Pero tampoco lo va a tener fácil. El Málaga también tiene algo que decir en esta historia y sabe que esta tarde apura sus últimas opciones de estar en Europa. Lo ha merecido, sin duda, pero este año la UEFA está cara y el Málaga, que no para de hacer hombradas desde hace dos años, está obligado a una más. Los jugadores sí creen y aunque hoy falten Calleja y Cuadrado, Tapia recupera a Apoño, revelación absoluta del campeonato, y piensa jugar con Luque, inspirado en los últimos partidos y con hambre de césped. Tapia huele los nervios del Sporting y quiere mantener el partido controlado para meterle el hachazo al final. Preciado también sufre, porque Gerard está tocado. Y luego prefiere a Bilic antes que a Barral, que es mucho preferir. Este es un partido que no sólo se juega desde el fútbol, también desde la fe. El Sporting hoy será la irracionalidad. El Málaga, una realidad. 54 puntos y la sensación de que puede con todo. Veremos si también con la Mareona.