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Tres años después de que el Ayuntamiento de Málaga diese por zanjado el quebradero de cabeza que suponía el botellón que miles de jóvenes realizaban por el centro histórico de la ciudad, con el consiguiente problema de convivencia con los vecinos, el asunto vuelve a estar sobre la mesa.En 2006, empujado por la ley antibotellón de la Junta, el Ayuntamiento logró sacar a los jóvenes de las zonas habituales en las que se reunían, especialmente la plaza de la Merced, para ubicarlos en un recinto o botellódromo acotado en el paseo de los Curas, una larga avenida entre el Paseo del Parque y al puerto de Málaga. Su traslado a esta zona ha conseguido que en estos tres años el número de jóvenes que practican el botellón se haya reducido en un 40%, según datos municipales, hasta unos 2.000 o 3.000 jóvenes, congregación que conlleva un gasto de unos 12.000 euros cada fin de semana en seguridad, limpieza y control del tráfico. Pero lo que parecía un problema de convivencia resuelto retorna con cierta polémica.
El Puerto de Málaga, en pleno proceso de transformación, ha dado un ultimátum al alcalde, el popular Francisco de la Torre, conminándole a sacar el botellódromo del paseo de los Curas para poder derribar la valla que separa el recinto de la ciudad y proseguir las obras. Y a ello se ha puesto el Ayuntamiento, con el importante inconveniente de que nadie quiere a 3.000 jóvenes de botellón debajo de su casa hasta altas horas de la madrugada.
El responsable del área de la Juventud, Mario Cortés, es quien debe solucionar este nuevo embrollo. Y no lo tiene fácil, como él mismo reconoce. Por lo pronto, se han descartado una serie de zonas próximas al centro por inviables, como Martiricos, el Cortijo de Torres o el túnel de La Alcazaba. También se descarta su vuelta a la plaza de la Merced. Enfrascado en una búsqueda infructuosa hasta el momento, Cortés encargó un informe para determinar a qué zona se podía trasladar el botellón, además de sondear mediante una encuesta vía correo electrónico a unos 900 malagueños que cuentan con la tarjeta Más Joven.
"Si nos vamos lejos del centro histórico nos alejamos de la reivindicación de los jóvenes de estar próximos a la zona de marcha", explica Cortés sobre la dificultad de encontrar un nuevo emplazamiento. "Tiene que estar cerca del centro para evitar desplazamientos en coche mezclados con alcohol o las molestias que 2.000 o 3.000 jóvenes andando pueden causar a los vecinos hasta llegar a esa zona", señala Cortés, quien incluso baraja la posibilidad de suspender el botellón si no se halla un emplazamiento fijo adecuado. Una idea que tampoco descarta el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre. "La semana que viene vamos a tener una reunión para ver qué se hace", explica Cortés, que cree que en caso de que la decisión sea prohibirlo ahora es el momento de anunciárselo a los jóvenes. "Se acercan los exámenes y el verano, con lo que el botellón decae y será más fácil gestionar la nueva situación con una menor afluencia de jóvenes al botellódromo", razona.
Mientras se deshoja la margarita, los vecinos del centro andan otra vez en pie de guerra porque aseguran que el botellón vuelve a tomar las calles. En la plaza Mitjana, por ejemplo, no es raro ver a grupos pertrechados con todo lo necesario para el botellón en la misma puerta de los bares, a los que el Ayuntamiento ha conminado a que acote sus terrazas para evitar que los jóvenes hagan botellón a sus puertas. Cortés desmiente que exista descontrol, pero reconoce que algunos jóvenes prefieren arriesgarse a ser multados. En lo que va de año, 320 jóvenes han sido multados por beber en la calle, sanción que asciende a 300 euros. En 2008 fueron multados 1.357 jóvenes. Ya con la polémica reabierta y con los vecinos en guardia, la policía ha reforzado su presencia en determinadas zonas del centro, llegando a multar a más de 60 jóvenes en un fin de semana, durante el puente de mayo.
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