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Félix Godoy | 25/05/2009
Muchos se frotaron los ojos al comprobar que Iñaki Goitia no estaba en la convocatoria del Málaga ante el Betis. El cancerbero vasco, que hasta la fecha se había portado como un profesional ejemplar, tomó la determinación de no jugar ante el que será su próximo equipo, eludiendo así el juicio de La Rosaleda en su despedida. Las dudas sobre si Goitia debía jugar ante el Betis para evitar suspicacias -era un secreto a voces que tenía un acuerdo con los verdiblancos- parecían más propias de tertulias de bar, sin ningún peso. Pero el jugador pidió no jugar, alimentando la polémica y dando pie a un espectáculo circense. Y el círculo se cerró con Goitia en la grada, sentado junto a Cuadrado, con total naturalidad.
La decisión había sido tomada el pasado miércoles, pero no se hizo pública hasta la misma fecha del partido, cuando Antonio Tapia dio la lista de convocados. Después de una semana llena de especulaciones, Goitia optó por la huida. Y eso que el jueves, un día más tarde, compareció ante los medios en la sala de prensa de La Rosaleda. En su intervención se limitó a echar balones fuera, a hablar de lo mucho que le interesaba centrarse en lo deportivo y de la nueva (y suculenta por lo que pudimos saber más tarde) oferta de renovación realizada por el Málaga.
Goitia, en su intento por no empañar su adiós temiendo una mala reacción de la grada si algún desgraciado error provocaba un tanto del Betis, ha conseguido el efecto contrario. Su gesto ha enfurecido a la masa social malaguista, que le acusa poco menos que de traición. Hay que recordar que hasta el 30 de junio continúa perteneciendo a la disciplina malaguista.
Ha tenido suerte el meta vizcaíno con el grupo humano que se ha encontrado, que ha cerrado filas en torno a él. Sobre todo Antonio Tapia, que absorbe parte de la responsabilidad y asume la decisión en público. "La hemos analizado y creemos que hemos acertado en la decisión de dejar fuera a Goitia. La he tomado yo", declaró Tapia el sábado.
Goitia, capitán del equipo junto a Arnau, llegó al fútbol profesional de la mano de Tapia al Málaga B en el verano de 2003. Tras una buena carrera en Málaga, se marcha por la puerta de atrás.
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