Como Leónidas y sus 300 espartanos en la batalla de las Termópilas, los chiringuiteros de la provincia de Málaga se plantaron ayer ante la sede de la Demarcación de Costas para exigir la continuidad de su actividad en las playas y pedir soluciones a un problema que el Gobierno ha querido reactivar en pleno periodo de crisis económica.
La presión de los afectados y de la mayoría de la sociedad ha dado sus primeros frutos y los distintos agentes implicados alcanzaron una moratoria para que los espeteros, hamaqueros y las terrazas puedan permanecer en dominio público marítimo terrestre durante todo el año. Ahora serán los distintos ayuntamientos malagueños los que soliciten las concesiones, a la espera de la resolución de la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y el Mar.
La medida podría sentar un precedente para que otras zonas del litoral andaluz envueltas en la misma problemática obtengan una solución.
La mañana de ayer se preveía caliente en la capital malagueña, y no sólo por el sol castigador. Era la primera vez que los «chiringuiteros» pasaban al ataque. Y lo hicieron con toda la artillería. Sirenas, bocinas, silbatos y cánticos que cada cierto tiempo eran interrumpidos por «El chiringuito» de Georgie Dann.
Los empresarios de las playas tenían claro que había que hacerse notar y disparar con balas. Hubo recuerdos para todos: «¡Zapatero no quiere a los chiringuiteros!», «¡El del micro, pídele a la hija de Chaves un chiringuito!» o «¡Turistas sí, políticos no!».
La reunión entre el subdelegado del Gobierno en Málaga, Hilario López Luna, el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Playas, Miguel Arrabal, el jefe de la Demarcación de Costas, Francisco Javier Hermoso, y la concejala de Playas del Ayuntamiento de la capital malagueña, Teresa Porras, se inició pasadas las 11:00 y concluyó tres horas más tarde.
«Recaditos» y acuerdos
Durante ese tiempo, se vivió una protesta festiva a la que se sumaban los turistas y que alcanzó su punto culmen cuando tres empresarios afectados treparon por la fachada del edificio de Costas para colocar una pancarta en la que se enviaba otro «recadito» al presidente el Gobierno y al ex regidor de la Junta.
Los aplausos que les brindaron sus compañeros se quedaron pequeños cuando, una vez concluida la reunión, Arrabal hacía públicos los acuerdos acordados.
El primero de ellos insta a que sean los ayuntamientos del litoral de la provincia los que pidan la concesión para estas actividades y, mientras se otorgan, los espeteros, terrazas y hamacas se mantendrán como hasta ahora, con las autorizaciones provisionales de Costas.
López Luna se comprometió a que la actividad de los «espeteros» continuará durante todo el año, al igual que las terrazas de 100 metros cuadrados, que tendrán el carácter de desmontable para que no se considere como una ampliación del chiringuito, matizó Arrabal.
Más escéptica se mostró la concejala Teresa Porras, quien a la salida del encuentro declaró que «hasta que no tenga un papel» seguirá desconfiando.
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