Duda celebra uno de sus tantos.
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EFE Málaga
El Málaga rompió una sequía de cuatro partidos sin ganar, cuatro sin marcar y 474 minutos sin conseguir un gol y venció por 3-2 al Sevilla, en un partido que empezó ganando, luego fue perdiendo y al final protagonizó una vibrante remontada que le concede un gran alivio y castiga a un rival que volvió a dejar escapar un partido que parecía controlar.
El triunfo es pura vida para el cuadro del alemán Bernd Schuster, que se aleja de la zona de descenso y la derrota un nuevo castigo para los de Unai Emery, que no son capaces de cerrar los partidos y ven cómo no pueden acercarse a su objetivo europeo.
Tras unos primeros minutos de tanteo, sin ocasiones, el Málaga intentaba paliar los muchos minutos que llevaba sin marcar y el Sevilla contrarrestaba con un entramado muy difícil de superar.
El conjunto sevillista, a medida que transcurrían los minutos controlaba el ritmo, con desparpajo y con rapidez por las bandas, sobre todo por la derecha, donde se encontraba José Antonio Reyes, quien estuvo cerca de batir al meta argentino Willy Caballero.
El Sevilla avisó y el Málaga, que sesteaba, despertó del letargo y poco a poco fue construyendo. Antunes, avisó con un disparo pegado al poste izquierdo de la portería del luso Beto, y uno de sus refuerzos invernales, Nordin Amrabat, cambió de banda a la izquierda y empezó a crear peligro.
El equipo hispalense se apagó y el Málaga comenzó a dominar, a entrar por las bandas con Amrabat y con la dirección del exsevillista Duda.
Este, en una internada, fabricó un penalti realizado por Coke. El colegiado González González decretó la pena máxima y el propio Duda, adelantó a su equipo a la media hora.
El Málaga desbancaba al Sevilla del partido, raquítico, miedoso y con muchas precauciones, quizás excesivas para visitar a un equipo que llevaba cuatro partidos sin marcar y 474 minutos sin gol hasta que llegó el de Duda de penalti. Un disparo en 45 minutos.
Unai Emery cambió por completo el sistema y tras el descanso dejó en el vestuario a Coke y a Reyes, y salieron el portugués Diogo y el francés Gameiro, para jugar con dos puntas. Le salió bien porque nada más comenzar el segundo periodo un envío en profundidad de Iborra permitió al colombiano Carlos Bacca firmar el empate.
El partido cambió. El Sevilla parecía el Málaga con más presencia, más dominio y creando peligro con Bacca como estilete ofensivo. El conjunto local intentaba despertar, pero sucumbía ante la calidad del cuadro hispalense.
El encuentro enloqueció, careció de mando y de la locura se aprovechó el Sevilla para adelantarse con un remate de cabeza del argentino Federico Fazio (m.65) al lanzamiento de una falta del croata Ivan Rakitid.
Schuster se la jugó. Puso en el campo al medio argentino Pablo Pérez y al delantero holandés Mounir El Hamdaoui, que reaparecía después de tres meses lesionado. Esto sirvió para ahogar al Sevilla en defensa.
Un balón perdido dentro del área del Sevilla lo aprovechó Samuel, que con un disparo seco, limpio, que entró por toda la escuadra, consiguió el gol del empate en el minuto 77.
El Málaga estaba desatado y el Sevilla noqueado. Un balón acabó en el área hispalense y Duda resolvió con un potente disparo para firmar el 3-2 entre el delirio en los graderíos.
Pocos minutos se jugaron después con un Sevilla volcado, pero sin fruto ni premio en sus enloquecidos acosos. Al final 3-2, todo un premio para la fe de un Málaga que necesitaba algo así, y un castigo para un Sevilla que no supo resolver cuando lo tuvo de cara.
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