Málaga, autopista por el cielo



La mano derecha en la frente a modo de visera, la izquierda en la cintura y la cabeza mirando hacia arriba. No es el nuevo baile del verano, sino el gesto más repetido en la mañana de ayer. Desde la farola hasta los Baños del Carmen, más de 200.000 personas pusieron la vista en el cielo durante cinco horas. El objetivo: contemplar los cuarenta aviones y noventa pilotos que sobrevolaron la playa de La Malagueta en el I Festival Aéreo Internacional Ciudad de Málaga.
Los primeros pájaros de metal en alzar el vuelo fueron los helicópteros que cada día trabajan para garantizar la seguridad ciudadana, como el de la Guardia Civil, el de la Policía Nacional, el de la Dirección General de Tráfico o el del Ejército del Aire. Este último cuerpo estuvo representado por un 'colibrí' que realizó el simulacro de un rescate en alta mar, bajo la atenta mirada de aficionados a la aviación y curiosos.
Pero la primera aeronave en dejar a todos boquiabiertos fue un avión anfibio contraincendios. El Canadair, que así se llama esta peculiar máquina, llenó varias veces su depósito con agua de la bahía malagueña para después volverlo a descargar en un potente caño que por poco salpica a los veleros que contemplaban el espectáculo desde el mar.
«El Canadair ha realizado una exhibición muy ilustrativa y pedagógica», comentaba el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, quien aseguró estar «encantado» con la buena acogida que malagueños y visitantes dieron al festival. «Es una maravilla, he leído que este tipo de eventos se realizaban en Málaga en los años treinta y me alegro muchísimo de que se hayan recuperado porque la ciudad lo merece», decía José Fernández, un vecino de La Palma que acudió con su hijo Óscar a la playa de La Malagueta sólo para seguir la demostración.
Pero José y Óscar no sólo se recrearon la vista con las acrobacias de los aviones, sino que también aprendieron, ya que el vuelo de cada avión estuvo acompañado en todo momento de explicaciones sobre su origen y funcionamiento. Así, se enteraron a través de la megafonía de que el ex futbolista del Málaga y coordinador técnico del festival, Salva Ballesta, llevaba los mandos de uno de los tres Yak-52 de la Patrulla Milano.
Otra de las caras conocidas del día fue el aventurero Álvaro Bultó, quien voló como un pájaro tras saltar desde uno de los aviones del Proyecto Alas. Junto a sus compañeros Santi Corella y Toni López, Bultó arrancó el aplauso de los asistentes y aterrizó justo al lado de María Toledo. «Parecía que se iban a caer sobre mí», exclamó esta mujer de 96 años que no dudó en desplazarse desde el Rincón de la Victoria para ver las aeronaves como nunca las había visto.
María examinó cada modelo sentada en una silla y se cubrió con un paraguas cuando, al fin, el sol se hizo sitio entre las nubes alrededor del mediodía. Pero no todos eligieron esa forma de deleitarse con la exhibición. Unos permanecían de pie en la arena, mientras otros aminoraban la marcha de su coche al pasar por el Paseo Marítimo Pablo Ruiz Picasso. Sin embargo, la opción más recurrente y extendida fue mirar al cielo dándose un baño en el mar, ya que la sensación de bochorno invitaba a remojarse sin parar.
Prismáticos y cámaras
La afluencia a La Malagueta y sus alrededores recordó ayer a la noche de los fuegos artificiales que dan la bienvenida a la Feria de Málaga y no sólo por la cantidad de público. Las cámaras de fotos y los prismáticos también se dejaron ver. Algunos enfocaban estos aparatos desde los balcones de los edificios cercanos y otros desde el Castillo de Gibralfaro, pero también estaban presentes en la arena.
«Me he traído un catalejo y aprecio todos los detalles, casi le he visto la cara a un piloto», comentaba entusiasmado Augusto Tudela, quien disfrutó de la exhibición junto a su mujer Esperanza y dos de sus hijos. «Para los que nos gusta la aviación, este festival no tiene desperdicio», agregaba Augusto mientras contemplaba la bandera italiana y las bengalas con las que el Pioneer Team decoró el cielo de Málaga. Unos colores que Luna Cortés esperaba con ilusión desde que había visto ensayar a los aviones el día anterior. «Los que más me gustan son los que pintan en rojo», precisaba esta niña de tres años. Y es que tanto mayores como pequeños lo pasaron en grande con las piruetas de los aeroplanos, sobre todo con las que ejecutó el piloto Ramón Alonso. El quince veces campeón de España de vuelo acrobático y el mejor del mundo en 2007 pasaba de estar en todo lo alto a bajar en picado para rozar el mar en cuestión de segundos.
Unas maniobras arriesgadas y ultra rápidas que hicieron que más de uno se quitara la gorra o la camiseta para ondearla a modo de aplauso. Después de tal ovación, no era extraño ver a los niños correr hacia los puestos de 'souvenirs' instalados en el paseo marítimo para comprar un avión de juguete con el que imitar los movimientos.
Quien pasaba un poco más del tema era el nieto de Soledad Peñalver. «No está muy entusiasmado porque aún es pequeño, pero la verdad es que el espectáculo está muy entretenido», indicaba esta mujer. Lo que seguro no dejó indiferente al pequeño fue el estruendo que se escuchó en varios puntos de la capital sobre las 13.30 horas. Tras los helicópteros de la Patrulla Aspa, un harrier de la Armada voló a gran velocidad sobre la cabeza de los bañistas.
El caza polivalente Eurofighter continuó el estrépito y lo acompañó de un vuelo vertical que lo asemejaba a un cohete espacial. Después, el F-16 de la Real Fuerza Aérea Holandesa hizo honor a su apodo del 'león holandés' y sirvió de aperitivo a la Patrulla Águila. Los siete aviones más esperados del Ejército del Aire Español dejaron al público atónito con sus 'loopings' y las figuras que iban componiendo mientras pintaban el cielo con la bandera española. Todo un espectáculo de color que vistió a la bahía malagueña de altos vuelos.

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