El Málaga paga el riesgo de jugar como un grande


El fútbol es tan especial que los méritos para lograr un triunfo se convierten, a las 24 horas, en números de consolación. En el caso del Málaga, sin embargo, son datos que invitan al optimismo. Porque ante el Racing, los de Muñiz pagaron el riesgo de jugar como un grande. Se armaron de razones para sentirse superiores y lo fueron, pero todo desapareció en un instante. Lo que tardó el equipo en empezar a confiar en la remontada porque hizo de todo para conseguirla. Fue superior en dominio, ocasiones e, incluso, fútbol.

Pocas veces en esta Liga se va a ver un partido, en el que no participen Real Madrid o Barcelona, en el que la posesión se desequilibre por encima de un 60 por cien a favor de uno de los contrincantes. El Málaga le quitó el balón al Racing hasta el punto de alcanzar el 62 por cien del control del esférico. Desde el primer tanto de Arana hasta el empate de Duda, el partido tuvo un solo dueño. Después del fatídico tanto de Morris, también. En total, cerca de 45 minutos de construcción y acoso al área racinguista de Toño.

En ese tiempo, los jugadores malaguistas no marearon la perdiz. Al final, las estadísticas del partido reflejaban un total de 16 tiros albicelestes. Seis de ellos fueron entre los tres palos. Sólo uno alcanzó las redes por dentro tras un tiro libre ejecutado con maestría por Duda, pero la sensación de peligro en el área cántabra era una constante.

Tanto fue así, que se contabilizaron siete ocasiones de gol claras para los locales que terminaron con toda la dinamita sobre el terreno de juego. Duda, Obinna, Forestieri, Edinho, Apoño, Baha... Hasta Gámez, que se colocó en el lateral y se sumaba constantemente al ataque por la banda derecha. Evidentemente, la derrota le quita mucho del mérito que se consiguió en los 90 minutos del pasado sábado. Pero, de momento, permanece la grandeza.

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