El verano pasa de puntillas por los restaurantes de la Costa del Sol


Viajes medidos, gastos contenidos, falta de liquidez, vacaciones económicas. Las palabras utilizadas para explicar lo que está ocurriendo pueden ser distintas, pero apuntan a una misma realidad: el turista medio viene con la intención de gastar lo imprescindible, y lo imprescindible este verano parece ser bastante menos que el año pasado, que ya se resintió por la crisis.
«Antes se acercaban y pedían una Coca-Cola, una botella grande de agua y un helado para el niño, por poner un ejemplo. Ahora se acercan, compran un agua pequeña y a tirar», dice Lucas Ruiz, que atiende un quiosco en la zona conocida como La Roca chica, en la playa del Bajondillo.
A principios de agosto, el paseo marítimo está bastante 'despejado', por usar una palabra suave y los restaurantes que están acondicionados para ofrecer comidas aparecen tristemente vacíos. No ocurre igual con los chiringuitos típicos que están en la arena y en los que sí hay veraneantes tomando el aperitivo. Van a dar las dos de la tarde y Ruiz asegura que en un rato los turistas que están en la playa empezarán a subir hacia los hoteles, para almorzar, porque la mayoría tiene pensión completa. «Así que, si antes salían tres veces a comer, ahora van una, y como mucho».
Y si van es muy probable que miren bastante los precios, pidan los platos más baratos y compartan raciones. Incluso puede que busquen un lugar que ofrezca menú, aunque sea festivo. Es lo que afirma Manuel Sánchez, propietario del restaurante Playa Dorada, en Rincón de la Victoria y presidente de Ahemurv, la asociación de hosteleros del municipio, que estima que el gasto medio por cubierto ha bajado la friolera de un 40%: «Si antes una familia se podía gastar cien euros en comer, ahora se gasta 50 o 60 euros». Sánchez asegura que en toda la zona oriental de la provincia, el volumen de visitantes ha bajado este año. Que julio ha sido un mes malo -«peor que el año pasado, con diferencia» - y que ahora mismo se puede ver una imagen impensable hace tres años: «Muchísimos apartamentos con el cartel de 'se alquila', cuando antes, en estas fechas era impensable encontrar un alquiler en la zona de playa».
«Los compañeros aseguran que el gasto medio por persona ha caído. Los clientes comen poco y comparten mucho», confirma Armando Herranz, presidente de la Asociación de Restaurantes, y propietario de Frutos. Asegura que en su propio restaurante está observando «pautas de consumo poco normales y menús extraños».
Cuando se le pregunta a qué se refiere, explica que no sucede con la clientela habitual, sino con turistas de hoteles del entorno: «A lo mejor piden una ensalada, algo de verdura y un chuletón para tres», dice. «A mi me hace pensar que han comido antes algo en el hotel, y que vienen a rematar».
Ajustar presupuestos
«El sector hotelero refleja la situación de crisis que se vive a nivel nacional», afirma el presidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Ahecos), José Carlos Escribano. «Es normal que la gente ajuste sus presupuestos», responde ante la cuestión de las preferencias por la pensión completa y el todo incluido. «Lo importante es que siguen viniendo, porque eso significa que, aún en tiempo de crisis, las vacaciones se siguen considerando necesarias».
Para Rafael Prado, presidente de los hosteleros malagueños, «estas ofertas nos están haciendo un daño enorme», dice. «Son muy atractivas para bolsillos poco potentes, y corremos el peligro de que el turista se quede en la piscina del hotel y no tenga en cuenta la oferta existente en la Costa del Sol».

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