La Feria de Málaga ha dejado un regusto desigual en la ciudad. El alcalde, Francisco de la Torre (PP), se apresuró el pasado domingo, día de cierre de los festejos, a considerar que la edición de este año, pese a la crisis, ha mejorado a la de 2008 en visitantes y seguridad. Frente al optimismo del alcalde, la oposición y las asociaciones vecinales pusieron ayer el acento en el fuerte consumo de alcohol, especialmente en las calles del centro histórico. Según el portavoz del PSOE, Rafael Fuentes, "la Feria se está convirtiendo en un macrobotellón".
De la Torre destacó el domingo que la ocupación media de los hoteles de la ciudad durante las fiestas ha sido del 87%, con una media de estancia de cuatro días. Al igual que la Romería del Rocío presume cada año de un millón de peregrinos, la Feria de Málaga ya cuenta con su cifra mágica repetida año tras año sin ningún tipo de confirmación: seis millones de visitas.
En cuanto a la seguridad, el regidor se acogió a los datos de la Policía Local, que este año ha detenido a 64 personas, frente a 93 en 2008 y ha intervenido en 105 reyertas, 20 menos que en la feria anterior. El Cuerpo Nacional de Policía contrapuso ayer otras cifras: ha arrestado a 65 personas, 22 más que en 2008, sobre todo en el Real del Cortijo de Torres.
La oposición, los hosteleros y los vecinos coinciden con el alcalde en que la feria no ha sido más conflictiva que otros años, pero han exigido que se elimine el botellón, tolerado en los recintos feriales. "No queremos que Málaga se convierta en un punto de referencia nacional donde durante 10 días al año vengan turistas a consumir alcohol", se quejó el socialista Fuentes. El presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos Unidad, Ramón Carlos Morales realizó el siguiente diagnóstico: "En el centro, todo se convierte en una macrodiscoteca, a ver quien bebe más y quien tiene la música más fuerte, un espectáculo bochornoso".
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