Santi Cazorla y Salomón Rondón, los máximos goleadores del Málaga |
Fue
necesaria la catarsis para desatar la redención. El Málaga se ha
postulado desde el inicio de la temporada como un equipo con
aspiraciones europeas. El jeque Al Thani puso argumentos sobre la mesa: 50 millones de euros. El dinero que costó fichar a Cazorla, Toulalan, Monreal, Isco, Joaquín, Sergio Sánchez y Mathijsen. Más el sueldo de Ruud Van Nistelrooy,
que llegaba libre del Hamburgo. No faltaron críticas por la elevada
media de edad de los refuerzos. El transcurso de la campaña fue
añadiendo leña al fuego: resultados irregulares y un rendimiento
insuficiente para una plantilla confeccionada con criterio Champions.
La catarsis la trajo el Barcelona. Los de Manuel Pellegrini
encajaron un 1-4 en La Rosaleda, desbordados por un Leo Messi que firmó
«hat-trick». La embestida les dejó décimos en la Liga. Dos semanas
antes, el Real Madrid
les había apeado de la Copa del Rey en octavos. Demasiados golpes,
demasiado juntos. Parecía demasiado pronto para que un equipo que apenas
dos años antes coqueteaba con el descenso apuntase a Europa. Los
agoreros señalaron al técnico.
Pero el chileno atajó los rumores en el siguiente partido. Lo hizo pasándole la patata caliente a otro entrenador en apuros: Marcelino García Toral.
Un 2-1 al Sevilla dio salida a una racha colosal: 8 victorias, 3
derrotas y un empate desde la goleada del Barça. Las tablas, además, se
las sacaron a los merengues en el Bernabéu y sirvieron para romper el
pleno de derrotas que hasta entonces el Málaga de Pellegrini arrastraba
ante el Madrid de Mourinho.
La
del Málaga ha sido una ascensión silenciosa, construida picotazo a
picotazo. Aprovechando la frescura que les da tener que jugar solo la
Liga frente al desgaste del Valencia,
un equipo al que los andaluces le discuten su tercera plaza por
decreto. La paciencia de Pellegrini da sus frutos. Los grandes nombres
que forman su plantilla se van acostumbrando a jugar en bloque, y cuajan
las maneras del chileno: intensidad física, mentalidad ofensiva y pegada.
Los escasos cinco empates que el club acumula en lo que va de
campeonato hablan de una escuadra que sale a por todas: o arrollan o les
arrollan.
El jeque, además, ha terminado demostrando buen gusto. Santi Cazorla(el fichaje más caro: 20 millones) e Isco (el
niño mimado de La Rosaleda, forjado en la cantera, natural de Málaga y
repescado del Valencia por seis millones) aportan la diversión. Su
creatividad y desborde convierten a las bandas en una pesadilla para los
laterales contrarios. Jerémy Toulalan
(diez millones) pone la experiencia en el pivote. Es el Xabi Alonso del
conjunto: sin él, la creación de juego se resiente. A lo que hay que
añadir el crecimiento de Salomón Rondón, un nueve que ha ido de menos a más esta campaña.
Aunque
algo que caracteriza a este Málaga es la diversificación de goleadores.
Es el cuarto equipo con más dianas de la Liga, pero no tiene a ningún
jugador en los quince primeros puestos del Pichichi. Su máximo anotador
es Rondón con nueve goles, seguido de Cazorla (siete) y Seba Fernández (cinco).
A los de Pellegrini les quedan siete jornadas para echar el resto. Aguarda en la 36ª jornada un Málaga-Valencia que dejará muchas cosas decididas en el asalto al tercer puesto, seguido de dos visitas de los andaluces al Barcelona y el Atlético.
Queda puerto por escalar, pero la recompensa que aguarda arriba es
suculenta. Jugar, por primera en la existencia del club, la Liga de
Campeones y superar su mejor marca liguera: los dos séptimos puestos de la 71-72 y la 73-74. En silencio y con la discreción que caracteriza al técnico chileno, este Málaga está a unos pasos de hacer historia.
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