Lo encontraron aturdido y tembloroso. Según decía, había sufrido un atraco en el que recibió una descarga eléctrica. Llegó a estar hospitalizado y hasta le pusieron un collarín. Y, al final, todo era puro teatro. El recepcionista de un hotel en Arriate ha pasado de supuesta víctima a presunto autor de la simulación de un delito de robo con violencia así como del hurto del dinero que había en la caja fuerte.
Los investigadores de la Guardia Civil llegaron a la conclusión de que el empleado fingió el asalto. Más tarde supieron el motivo. Acorralado por los indicios, el hombre habría reconocido que lo hizo empujado por los apuros económicos por los que pasaba, a los que no sabía cómo hacer frente. Fue detenido ayer por la mañana, según informó el Instituto Armado.
El atraco se escenificó a las 8.00 horas del martes. El primer paso fue tapar con una camiseta la cámara de videovigilancia del hotel El Embrujo, donde sucedieron los hechos. Al ver esta maniobra, el responsable de su control avisó al recepcionista, que fue a echar un vistazo.
Fue entonces cuando, según el guión inicial, lo abordaron por la espalda. El empleado sintió algo en la cabeza, pero al parecer no fue exactamente un golpe. No tenía lesiones, lo que sugería que había sido atacado con una pistola eléctrica. Contó que la agresión le hizo caer al suelo con el móvil en la mano, que se rompió. Aparentemente, tras inmovilizarlo, los cacos se llevaron el dinero que había en las dos cajas fuertes del hotel, un botín que no llegaba a mil euros.
Sin un rasguño
Los investigadores detectaron varios indicios que le hicieron sospechar. En primer lugar, el recepcionista, pese a llevar un collarín, no tenía un solo rasguño, algo extraño si, como se suponía, había caído redondo al suelo tras sufrir una descarga eléctrica, según explican fuentes próximas a la investigación.
El segundo aspecto desconcertante fue el estado en que apareció el teléfono móvil. Los agentes encontraron dos fragmentos en el lugar donde decía haberse desplomado el trabajador y el tercero, la batería, a siete metros de distancia. Además, unos supuestos testigos decían haber visto un coche abandonar de forma sospechosa el lugar de los hechos, vehículo que fue localizado y que no tenía nada que ver con el suceso.
Con estos mimbres, los investigadores centraron los focos sobre la supuesta víctima, que acabó derrumbándose y confesó que había simulado el atraco. Incluso, indicó a los guardias civiles el lugar donde escondía la parte del botín que aún conservaba. Tenía cerca de 200 euros en billetes y monedas ocultas en una buhardilla del hotel.
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