Cae una red que explotaba a mujeres y manipulaba cajeros en Málaga

Un coche de la policia Nacional en Málaga. EFE/Archivo
Un coche de la policia Nacional en Málaga. EFE/Archivo

Málaga, 27 ago (EFE).- Trece integrantes de una red que se dedicaba a captar mujeres y trasladarlas a España para explotarlas sexualmente en clubes y casas de citas y a manipular cajeros automáticos para atrapar tarjetas o dinero han sido detenidos por la Policía Nacional en Málaga.


Según ha informado hoy en un comunicado la Policía, una de las víctimas de la organización consiguió escapar y fue localizada en la estación de tren de Santa Justa en Sevilla.

Agentes de la Policía Nacional vieron a una mujer llorar en esa estación y cuando se acercaron a ayudarla les explicó que había huido de una organización que la obligaba a ejercer la prostitución contra su voluntad y que había sido vendida a la red en Rumanía por su pareja sentimental.

Fue trasladada a un piso de Bucarest, encerrada en una habitación, amenazada, golpeada y violada, para después comunicarle que a partir de ese momento era propiedad de la organización y debía ejercer la prostitución para ellos.

Días más tarde fue trasladada a España, concretamente a la localidad costera malagueña de Fuengirola, donde fue obligada a ejercer la prostitución en un club de alterne, y en todo momento estaba acompañada por sus explotadores, que al final de cada jornada recogían las ganancias obtenidas, según la Policía.

La mujer, en un descuido de sus vigilantes, consiguió escapar y una vez hallada por la Policía, que le proporcionó la protección que necesitaba, comenzó la investigación.

Una parte del grupo captaba a las víctimas en sus países de origen como Rumanía, República Dominicana y Venezuela y, ya en España, las mujeres eran renovadas con frecuencia y rotaban continuamente por los distintos locales de la organización.

La organización, además de clubes de alterne, había adquirido una villa de lujo en Mijas (Málaga), donde era atendida una clientela más selecta y para promocionar sus locales también disponían de dos "relaciones públicas" contratados ilegalmente que conocían y participaban de la actividad ilícita.

Las víctimas eran controladas en todo momento por miembros de la organización, que las mantenían retenidas y les indicaban el tipo de vestimenta que debían utilizar para atraer a los clientes.

Además, la organización se dedicaba a manipular los cajeros automáticos con el método conocido como el "lazo libanés", que consiste en instalar un dispositivo que atrapa el dinero de los clientes, que piensan que el cajero tiene algún tipo de anomalía.

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